la angustia inexistencia de América
LA ANGUSTIA INEXISTENCIAL DE AMERICA, UN PAR DE PÁGINAS INACTUALES DE KAFKA.
Por xul sin solar
xulsinsolar@yahoo.com.ar
En la novela América de Kafka nos encontramos con el concepto de angustia inexistencial, expresada en tono irónico, proveniente no de Heidegger ni de Sartre, sus contemporáneos, sino del filósofo danés Soren Kierkegaard[1].
América, el símbolo de la utopía del inmigrante, es tomada por Kafka desde el primer capitulo como el reino de las más hondas injusticias, explotaciones y maltratos posibles. América es el mensaje indirecto de Kafka: a la utopía de la técnica y del capitalismo esquizofrénico le acompaña la decepción. Kafka asume en su obra la idea de Kierkegaard, de presentar la ironía y el humor como los refugios a los sufrimientos del mundo. En este sentido, es un precursor, por ejemplo, del teatro del absurdo.
América no será el refugio para los sufrimientos del inmigrante Karl Rossmann, - castigado por su padres por haber seducido una sirvienta- sino más bien su encuentro con la angustia de lo ´´indeterminable´´. América, no obstante, si será el refugio para Franz Kafka. La América que nunca ha existido, más que como spleen o ideal, por supuesto.
En Karl Rossmann, -en especial en el capitulo VII, del asilo, donde se narra una larga y absurda persecución de la policía. Allí, luego de que Delamarche golpea a Karl, y éste último intenta escapar de un cuarto oscuro por un balcón,- Kafka nos da cuenta de la ironía al referirnos sus pensamientos, en medio de la siguiente situación: ´´se quedó (Karl) mirando en silencio, como leía en su libro, cómo pasaba las hojas, cómo buscaba algo en otro libro que consultaba siempre con gran rapidez y cómo anotaba a menudo en un cuaderno, agachándose todas las veces tanto sobre él que resultaba una cercanía realmente inusitada. ¿sería un estudiante? Toda daba en realidad la impresión de que estudiaba. No era muy diferente el modo de como hacía ya mucho tiempo solía sentarse Karl, en su casa, ante la mesa de sus padres, cumpliendo sus deberes mientras su padre leía el diario o bien hacía asientos en algún libro o escribía cartas para alguna sociedad y su madre se entretenía en un trabajo de costura y sacaba el hilo de la tela alzando muy alto la mano. Para no incomodar a su padre, Karl ponía sobre la mesa únicamente el cuaderno y los útiles de su escritorio y distribuía los libros que necesitaba sobre sillas, a derecha y a izquierda. ¡Qué calma reinaba allí¡ ¡qué rara vez entraba en aquel cuarto gente extraña¡ ya de chico le gustaba a Karl seguir a su madre y estarse mirando cuando echaba la llave por la noche a la puerta principal de la casa. ¡No hubiera podido imaginar que Karl había llegado ahora hasta querer violar con cuchillos puertas ajenas¡ ¡Y qué sentido habían tenido todos esos estudios¡ ¡si los había olvidado todos¡ si hubiera tratado de seguir aquí sus estudios tal cosa le hubiera sido muy difícil. Recordó que una vez en su casa había estado enfermo durante un mes; que esfuerzos tuvo que hacer entonces para orientarse luego otra vez en medio de los estudios interrumpidos. ¡y ahora hacía tanto tiempo que, fuera de ese libro de correspondencia comercial en inglés, no había leído nada¡[2]´´...´´
El libro de correspondencia en inglés alude probablemente al oficio con el que se ganaba la vida Kafka: su trabajo en el Instituto de Seguros de Accidentes de Trabajo del Reino de Bohemia en Praga. Klaus Wagenbach, en su libro: ´´imagenes de Franz Kafka´´, nos recuerda que: ´´el 30 de julio de 1908 Kafka entró en el Instituto y fue valorado enseguida como ´´brillante planificador y excelente abogado´´. Entre sus obligaciones figuraban la formulación de los ´´recursos´´ contra las instancias de los empresarios, la redacción de textos propagandísticos y divulgativos para el Instituto´´[3]
Cuando Kafka nos entrega en América el párrafo donde evoca la ´´calma que reinaba allí´´ para que el efecto producido por las páginas anteriores sea mayor, se está ´´burlando´´ irónicamente de sí mismo, al presentarnos el papel de un estudiante que absorto en sus lecturas le es casi indiferente el mundo, -en este caso, el mundo de angustias de Karl-. En cierto sentido, es el Kafka escritor de oficina, inmerso en sus papeles burocráticos.
Resaltemos también que la expresión: ´´¡Y qué sentido habían tenido todos esos estudios´´, está escrita con signos de admiración y no de interrogación. Eso nos indica el tono irónico de Kafka, donde se relata de una manera indirecta un recuerdo de la juventud de Karl, siendo ahora Karl el extraño, el otro.
Dicho otro tiene mucho que ver con el titulo original que Kafka le había dado a América: ´´el desaparecido´´. La angustia de América expresa el doble sentimiento de quietud (acumulación) y de inquietud (consumo) propio de las sociedades burguesas del siglo XX: un aquí y ahora que es definido por Deleuze como: ´´capitalismo y esquizofrenia´´. ¿quién (o qué) podría darnos alguna quietud, diferente a la simple acumulación de riquezas, después de la muerte de Dios?
El 2 de agosto de 1917 Kafka escribió en su diario: ´´Pascal pone todas las cosas en orden antes de que Dios aparezca; pero debe existir un escepticismo más profundo y angustiado que el de la persona que se corta a sí misma en pedazos con cuchillos realmente maravillosos, pero con toda la calma del carnicero. ¿a qué se debe esta calma, esta seguridad en el manejo del cuchillo? ¿acaso Dios es un carro triunfal de teatro que se puede sacar a escena con cuerdas, admitiendo todo el esfuerzo y la desesperación de los trabajadores?´´[4]
Por otra parte, la promesa del estudio y del merito personal como mecanismo de ascenso social es uno de los grandes engaños de América, y de todo lo que ella simboliza. El individuo para Kafka no se salvará de la irracionalidad, aun cuando dedique su vida al estudio. Para Kafka, su única salvación estaba en el arte. No en la técnica ni en la burocratización. De manera excepcional, Kafka vivió los dos procesos: se ganó la vida como ´´burócrata´´, y a la vez, por su trabajo, fue testigo de primera fila de la vida miserable de los obreros en las florecientes industrias europeas.
El 22 de enero de 1922, Kafka anota de nuevo en su diario: ´´de nuevo la intranquilidad. ¿cual es la causa? Ciertas ideas, que se olvidan pronto, pero que dejan tras ellas la inquietud, como algo inolvidable... también produce inquietud cierto sentimiento de comodidad que, aquí y allá, temeroso y distante, se me acercaba. Inquietud también por el hecho de que la decisión nocturna fuese solo una decisión. Inquietud porque, hasta ahora, mi vida ha sido una marcha constante, una evolución a lo sumo, en el sentido en que se va destruyendo un diente cariado. Por mi parte, no hubo nunca ni la más mínima orientación para abrirme paso en la vida.[5]´´
Kafka podría ser un buen lector de Nieztsche. Del Nietzsche del ´´nacimiento de la tragedia´´. Ninguna relación deberíamos establecer entre Nietzsche, Kafka y el nacionalsocialismo vía Heidegger. Para este último lo que interesa es, de una parte, salvar la metafísica, y de otra, proponer un camino intermedio entre la América del triunfo de la técnica y la Unión Soviética de la derrota frente a la burocratización.
A manera de epílogo.
Esta angustia kafkiana tiene su origen en Kierkegaard. En su tesis de doctorado sobre la ironía en Sócrates, presentada el 16 de julio de 1841 ya se vislumbraba el marcado interés de Kierkegaard por un concepto que será fundamental en su obra: la angustia, que luego definirá como un estado que se presenta cuando se está frente a algo posible, pero indeterminado. Lo indeterminado, o a veces lo efímero será fuente de constante inspiración para Kierkegaard, en especial en sus obras ´´diario del seductor´´ y ´´o bien o bien´´. En esta última, por ejemplo se aborda la figura de Fausto, como el que mejor conoce lo que significa lo efímero, en un sentido espiritual, a diferencia de Don Juan, para quien lo único que importa es el amor sensual. Según Kierkegaard: « Fausto es un demonio como Don Juan. Solo es un demonio superior. Él no le atribuye importancia a las sensaciones sino después de haber perdido todo en el mundo anterior... lo que él busca no es exclusivamente el placer de la voluptuosidad sino que él desea la inmediatez del espíritu[6] ».
Lo que nos interesa destacar aquí es el concepto de ´´inmediatez´´. Si la angustia se refiere a lo indeterminable, a ese espacio que queda vacío en el diario vivir, entre la acumulación desenfrenada y el consumo voraz, entonces tal vez podríamos ver esta angustia como un estado del espíritu similar al nihilismo. Nihilismo como fuerza de creación, no como claudicación.
Dicha angustia, es descrita por Kierkegaard en ´´diario del seductor´´, el 4 de abril: ´´ ah lo que esa angustia le agrega a vuestra belleza. Pero la angustia en si no es bella, solo lo es en el instante en que percibimos la energía que puede dejarla atrás. Perfecto¡ ´´.
América es para nosotros, tan solo una incierta invitación para dejar atrás América.
LA ANGUSTIA INEXISTENCIAL DE AMERICA, UN PAR DE PÁGINAS INACTUALES DE KAFKA.
Por xul sin solar
xulsinsolar@yahoo.com.ar
ABSTRACT
En América de Kafka nos encontramos con el concepto de angustia inexistencial, expresada en tono irónico, proveniente no de Heidegger ni de Sartre, sino del filósofo danés Soren Kierkegaard. La angustia de América expresa el doble sentimiento de quietud (acumulación) y de inquietud (consumo) propio de las sociedades burguesas del siglo XX: un aquí y ahora que es definido por Deleuze como: ´´capitalismo y esquizofrenia´´. ¿quién podría darnos alguna quietud, diferente a la simple acumulación de riquezas, después de la muerte de Dios? América es para nosotros, tan solo una incierta invitación para dejar atrás América.
Palabras claves: Kafka, América, concepto de angustia, capitalismo y esquizofrenia.
[1] Kafka cuenta en uno de sus diarios que su predilección por la lectura de Kierkegaard lo llevó a aprender danés solamente para leer al filósofo en su lengua natal.
[2] Kafka, Franz, ´´América´´, Ed Cultura, Barcelona, 1999, p 240-241.
[3] Klaus Wagenbach, ´´Imagenes de Franz Kafka´´, Ed Galaxia Gutemberg, Barcelona, 1998.
[4] Franz Kafka, Diarios II (1914-1923), 2 de agosto de 1914, p 169.
[5] Franz Kafka, Diarios II (1914-1923), 22 de enero de 1922, p 206.
[6] Soren, Kierkegaard, ´´o bien, o bien...´´.
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